En un encuentro en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), estudiantes confrontaron al presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, por sus declaraciones respecto al rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, donde colectivos de búsqueda hallaron prendas y calzado que podrían pertenecer a personas desaparecidas.
Durante la conferencia que el legislador impartía, los jóvenes colocaron zapatos frente al panel como un acto de protesta. En respuesta, Noroña se descalzó y puso sus propios zapatos junto a los demás pares.
El senador calificó de «ruin y canalla» la acusación de que su movimiento es insensible ante las desapariciones, y sostuvo que el caso del rancho ha sido manipulado con fines políticos.
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En su encuentro con los estudiantes del CIDE, Noroña sostuvo que el caso del rancho ha sido manipulado con fines políticos
«No es cierto que haya sido un campo de exterminio. Lo que dije es que nadie puede asegurar que esos zapatos pertenecen a desaparecidos. En este caso, sabemos perfectamente que no lo son», argumentó el senador.
Uno de los estudiantes cuestionó a Noroña sobre la evidencia que sustenta su postura de que lo ocurrido en Teuchitlán es parte de una campaña mediática.
En respuesta, el morenista intentó desviar el foco de la discusión preguntando cuántos grados se requieren para cremar un cuerpo.
También comparó la situación con desapariciones ocurridas en gobiernos anteriores, acusando a la oposición de usar el dolor de las víctimas como estrategia política.
El debate subió de tono cuando un estudiante lo acusó de repartir culpas como el exprocurador Jesús Murillo Karam.
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«Yo no soy fiscal», replicó Noroña, defendiendo su postura de que la investigación corresponde a la Fiscalía General de la República.
El encuentro concluyó abruptamente cuando un estudiante le preguntó si sería capaz de ver a los ojos a madres buscadoras y decirles que sus hijos no están desaparecidos.
Noroña, visiblemente molesto, insistió en que no niega la existencia de desapariciones, pero sí cuestiona la versión de un campo de exterminio en Teuchitlán. Acto seguido, se puso sus zapatos y se retiró del salón.
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